Héroes y heroínas

Pese a lo que la mayoría de la gente piensa, los verdaderos héroes no son aquellos que portan una espada y un escudo. No son los príncipes que rescatan a las princesas en los cuentos de hadas. Ni siempre tienen que ser hombres. Tampoco tienen porqué tener superpoderes, ni ser mundialmente conocidos.

En esta vida a veces tan cruda y difícil, existen muchos héroes anónimos. Héroes y heroínas que en el momento de estar escribiendo estas líneas, deben estar librando sus propias batallas. Y no me refiero a violentas batallas contra dragones o seres sobrenaturales. Son batallas silenciosas. Batallas que no dejan cicatrices en la piel, ni sangrientas heridas en el cuerpo.

Ahí fuera existen miles de héroes y heroínas anónimos. Y no importa su edad, ni sus creencias, ni su sexo, ni su nacionalidad, ni su ideología política… Son héroes y heroínas de carne y hueso, que no tienen armas de fuego para enfrentarse a sus problemas. Tan solo poseen fuerza y valentía. Una fuerza que les ayuda a levantarse cada vez que caen. Una valentía que les empuja a seguir luchando incluso cuando creen no poder aguantar más.

Yo he sido afortunada. Hace mucho tiempo conocí a uno de esos héroes anónimos. Un héroe que me enseñó a no rendirme, a ser fuerte, a trabajar duro y a ser buena persona. Ese héroe era capaz de darlo todo por ayudar a los demás, sin pedir jamás nada a cambio. Y aunque era una persona fuerte, muy fuerte, un malvado enemigo consiguió derribarlo en un momento de debilidad. Pero pese al fuerte golpe, se levantó como si nada hubiese ocurrido y siguió andando. Siguió andando por la gente que lo quería; siguió andando por su propia fuerza y coraje; siguió andando porque no quería que aquel fuerte adversario, acabara con él.

Cuatro años duro aquella batalla y jamás le vi rendirse. Continuo luchando hasta el último momento y jamás tiró la toalla. Su lucha y su fuerza me inspiraron. Me inspiraron para levantar la cabeza y seguir caminando. Caminando en el difícil y tortuoso sendero de la vida.

Su historia me hizo darme cuenta de que ahí fuera hay muchos/as como él. Todo un ejército de luchadoras y luchadores. Puede que no lo sepamos, pero están ahí. Personas que no llevan capa ni espada. Personas anónimas que luchan sus propias batallas solos y sin que nadie lo sepa. Los vemos caminando por las calles, en todas partes. Detrás de cada persona existe un mundo, un pasado y una lucha. No es justo juzgar a los demás sin conocerlos… Sin conocer su pasado, ni su historia.

Esa gente debería inspirarnos para seguir luchando. Da igual las adversidades, los problemas, las frustraciones… La vida nos enseña que cuando nos caemos, debemos levantarnos. Puede que a veces nos parezca imposible lograrlo. Pero si algo me enseñó aquel héroe fue a empezar a creer que no existen los imposibles.

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