Hermanas/os

Suele decirse que quien tiene un hermano tiene un tesoro. ¡Ay, los hermanos! Esos individuos tan genéticamente parecidos a nosotros, que usurpan nuestro cuarto y nos mangan la ropa. Esos "personajillos" con los que puedes pasar la mayor parte del tiempo discutiendo, sin saber muy bien porqué. Esos integrantes de nuestra vida, tan parecidos a nosotros pero al mismo tiempo tan diferentes…

A veces la relación entre hermanos/as puede ser complicada, dependiendo de las circunstancias en las que se encuentre cada persona. Pero lo cierto es que, independientemente de cuál  sea la situación de cada uno, para todos siempre es importante tener el apoyo de alguien. Por eso la familia es tan fundamental y nunca nos debería de fallar.

La relación que tengas con tu hermano o hermana dependerá de un factor muy importante: la edad. Pueden existir varios casos:
  • El primero de todos ellos es que tú seas el hermano pequeño. Si es así, probablemente serás el niño consentido que siempre querrá tener y querrá hacer, todo aquello que haga su hermano mayor. El niñito de papi y mami. El último que llega a la fiesta, pero el primero que nos usurpa todo el protagonismo y los mimos de nuestros progenitores. Además el que tendrá el gran “honor” de portar, durante el resto de su existencia, el apelativo de “el niño” o “la niña”. – Madre a su marido: ¿Ha llegado ya el niño del trabajo? àEl niño: Cuarentón de metro ochenta, casado, con coche, tres niños y una hipoteca a veinte años .
  • El segundo es el hermano mayor. Si lo eres serás el celosillo de la familia. Pensaras, durante gran parte de tu infancia, que a tu hermano lo miman más que a ti o que le compran más cosas que a ti. Pero todo eso es compensado con creces, ya que tú al ser el hermano mayor siempre podrás fastidiar a tu hermano pequeño de mil y una formas distintas. Además por ser el hermano mayor podrás hacer cosas que tu tierno e inocente hermano pequeño no puede. Con lo cual el primogénito siempre puede alardear sobre lo que sabe hacer o sobre lo guay que es ser “mayor”, mientras le observan unos ojillos llenos de admiración que elevan su ego hasta términos insospechados. Compensando con creces el tener que aguantar a ese enano usurpador, en su humilde morada.
  • El tercer caso es lo que yo denomino como el hermano apaciguador. Si tienes más de un hermano entenderás de qué hablo. El hermano apaciguador es el encargado de crear la paz entre sus dos hermanos guerrilleros. Sí, ese héroe de guerra que antepone su propia integridad física al lanzarse sin chaleco antibalas, entre fuego cruzado, para lograr que reine la paz entre sus dos enzarzados hermanos.
  • Por último, queda un factor muy importante: la diferencia de edad. Si la diferencia de edad entre tú y tus hermanos es más o menos grande, la relación con ellos será también radicalmente distinta. En este caso tus hermanos mayores se convertirán en tu modelo a seguir. De esta manera todo aquello a lo que aspiren tus hermanos mayores querrás hacerlo tú. Aquí los papis lo tienen más fácil, puesto que su trabajo a la hora de educar se reduce a la mitad – si lo han hecho bien con su primogénito, claro está .
Cuando eres más pequeño la relación con tus hermanos será más de pataletas, peleas, tirones de pelo y lloriqueos varios… Pero paraos a pensarlo, ¿qué habría sido de vuestra infancia sin vuestros hermanos? Incluso si me apuráis, ¿qué habría sido de vuestra infancia sin vuestros primos hermanos? Muchas veces la relación con tus primos no es muy distinta a la de tus hermanos. Se convierten en nuestros aliados y compinches a la hora de realizar travesuras o pasárnoslo bien. Nuestra infancia habría sido muy aburrida y hoy no seriamos lo que somos – ni tendríamos tantas "batallitas" que contar  de no ser por ellos/as.

Cuando crecemos la cosa cambia solo un poquito… Porque seguirá habiendo peleas, pataleas y lloriqueos varios independientemente del tiempo que pase. La gran diferencia, es que con la edad debemos asumir una serie de responsabilidades e incluso sucumbir ante una serie de reveses que no veíamos venir y que nos acaban tumbando. En esos momentos siempre necesitamos a alguien que nos acompañe, nos guíe o nos dé ánimos para seguir hacia delante. Entonces es cuando tendremos que buscar un hombro en el que llorar.

Los amigos vienen y van, las parejas a veces también, pero los que siempre nos acompañan y nos tienden la mano cuando más los necesitamos son nuestros familiares. Y cuando nuestros padres ya no estén y parezca que estamos solos y que no tenemos a nadie… Si observamos atentamente a nuestro alrededor, nos daremos cuenta de que nuestros hermanos siguen ahí. Dispuestos a dibujarnos una sonrisa o incluso a hacernos rabiar de nuevo como si el tiempo no hubiese pasado… Como si aún siguiésemos en nuestra más tierna infancia y nada hubiese cambiado.

Por todo esto y mucho más, me gustaría dedicar esta entrada  a todas y todos los hermanos y hermanas del mundo mundial y especialmente a mis dos hermanas. Hoy no podría ser ni la mitad de lo que soy, si no fuera por vosotras. Gracias por estar siempre ahí.

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